El mundo de la moda quedo otra vez boquiabierto, esta vez no fue una caida en la alfombra roja, ni por una aparicion fantasmagórica de Lady Gaga.
Aunque los hechos superan cualquier intento de respuesta o excusa. El diseñador estrella de Christian Dior, Jhon Galiano, protagonista de una serie de bochornosos episodios discriminatorios por los que se lo separó de la prestigiosa firma francesa.
L¨enfant terrible, a pesar de los adultos 50 años, del diseño femenino, gritoneaba improperios nazis a una pareja en un bistró del barrio parisino de Le Marais. Luego de la denuncia y la explosión en los medios, la marca chic lo suspendía, Juan Carlos Galliano - asi su nombre oficial- desestimo el acontecimiento y continuo con su vida.
Pero no tuvo mejor suerte que ver inundados los medios masivos de comunicación por una grabación realizada con un celular en el mismo local de ingesta etílica y aledaños. (La Perle) una semana antes, viviendo la escena como si fuera parte de una película clase B. El costurero replicaba el mal paso y se lo podía ver sentado, borracho y diciendo a quines lo registraban que "adoraba a Hitler" y que "personas como ustedes estarían muertas:Sus madres y abuelos estarían muertos en una cámara de gas. No me gustan, son feos," Dior tomó cartas en el asunto, hundió a su colaborador de los últimos 15 años de esplendor en un pozo ciego y lanzó un comunicado mundial anunciando la desvinculación total del antisemita. Hasta la última multipremiada Natalie Portman, musa de la última publicidad y reconocida militante de la causa judía, respondió con un "Galliano me dá asco". Sin embargo la actriz, sigue luciendo divina en el spot de Cherie, la fragancia de la maison Dior y el gran desfile en el museo Rodín que no fue suspendido bajo ningún punto de vista.
Durante la ocupacion nazi en Paris, Coco vivío en romance con el oficil de la SS Walter Schellenberg para mantener su residencia en el Ritz, hotel de su beneplácito y lugar de residencia de los oficiales de rango - la tonta del bote , le decían- . Pero no sólo comprometío su deseo a ese hombtre de uniforme. También fue amante de otro jerarca: Hans Gunther von Dincklage, alias " Spatz" (gorrión en alemán). Cuando la guerra llegó a su fin fue arrestada por "colaboracionista horizontal" (así se señalaban a las mujeres que intercambiaban favores sexuales comn los oficiales nazis). Sin embargo, como temía ser rasurada y paseada por las calles parisinas, hizo uso de la amistad que tenía con Winston Churchill. El primer ministro facilitó su escapada a Suiza.
Aunque los hechos superan cualquier intento de respuesta o excusa. El diseñador estrella de Christian Dior, Jhon Galiano, protagonista de una serie de bochornosos episodios discriminatorios por los que se lo separó de la prestigiosa firma francesa.
L¨enfant terrible, a pesar de los adultos 50 años, del diseño femenino, gritoneaba improperios nazis a una pareja en un bistró del barrio parisino de Le Marais. Luego de la denuncia y la explosión en los medios, la marca chic lo suspendía, Juan Carlos Galliano - asi su nombre oficial- desestimo el acontecimiento y continuo con su vida.
Pero no tuvo mejor suerte que ver inundados los medios masivos de comunicación por una grabación realizada con un celular en el mismo local de ingesta etílica y aledaños. (La Perle) una semana antes, viviendo la escena como si fuera parte de una película clase B. El costurero replicaba el mal paso y se lo podía ver sentado, borracho y diciendo a quines lo registraban que "adoraba a Hitler" y que "personas como ustedes estarían muertas:Sus madres y abuelos estarían muertos en una cámara de gas. No me gustan, son feos," Dior tomó cartas en el asunto, hundió a su colaborador de los últimos 15 años de esplendor en un pozo ciego y lanzó un comunicado mundial anunciando la desvinculación total del antisemita. Hasta la última multipremiada Natalie Portman, musa de la última publicidad y reconocida militante de la causa judía, respondió con un "Galliano me dá asco". Sin embargo la actriz, sigue luciendo divina en el spot de Cherie, la fragancia de la maison Dior y el gran desfile en el museo Rodín que no fue suspendido bajo ningún punto de vista.
¿Será posible sustraerse a la tiranía que implica la obligatoriedad de la delgadez extrema, la riqueza absoluta para pertenecer al selecto grupo de los privilegiados? La esfera de la moda señala ciertas prácticas y costumbres que, sino rozan el gesto fascista, lo miran con embeleso.
No es la primera vez que el universo de la moda coquetea con el nazismo.
La primera mujer que se pocisionaba como presencia fuerte y marcadora de tendencia fue la francesa Coco Chanel: quien fuera señalada como la propulsora de la comodidad antes que nada, de soltar las amarras del cuerpo encorsetado y de plantear un nuevo modelo femenino menos sumiso y más independiente, además tuvo que cargar con el peso de ser colaboracionista como mínimo, y adoradora por completo del nazismo. Ya grande, antes de morir e instalada nuevamente en su Paris querido, la modisyta negó siempre los cargos.
Durante la ocupacion nazi en Paris, Coco vivío en romance con el oficil de la SS Walter Schellenberg para mantener su residencia en el Ritz, hotel de su beneplácito y lugar de residencia de los oficiales de rango - la tonta del bote , le decían- . Pero no sólo comprometío su deseo a ese hombtre de uniforme. También fue amante de otro jerarca: Hans Gunther von Dincklage, alias " Spatz" (gorrión en alemán). Cuando la guerra llegó a su fin fue arrestada por "colaboracionista horizontal" (así se señalaban a las mujeres que intercambiaban favores sexuales comn los oficiales nazis). Sin embargo, como temía ser rasurada y paseada por las calles parisinas, hizo uso de la amistad que tenía con Winston Churchill. El primer ministro facilitó su escapada a Suiza.
Las excusas expuestas por Coco fueron pobres: afirmó que ella no pedía los pasaportes de los señores para irse a la cama con ellos.
Pero los hechos producidos luego, fueron la prieba fehaciente de su antisemitismo expreso. Los socios mayoritarios y quien pusieron el capital para que la graciosa Coco pudiera poner en práctica sus talentos eran los hermanos Pierre y Paul Wertheimer, dueños de 90 por cieto de la firma. Durante la Guerra Madame chanel intentó por todos los medios sacarle la totalidad de las acciones por una ley nazi que despojaba a los empresarios de religión judía. Pero Coco no había contado con la previsión de los Wertheimer, que anticipando las políticas nazis contra los judíos, en mayo de 1940 entregaron judicialmente el control de perfumes Chanel a un hombre de negocios cristiano, Feliz Amiot. Indignada intento recluirse en un ostracismo obligado, pero siempre fue estigmatizada por sus preferencias racistas.
Notable es que ambos creadores tengan un origen humilde, Galliano hijo de plomero y una empleada doméstica andaluza y Chanel, de padre vendedor ambulante y un ama de casa. Los dos pasaron necesidades hasta llegar a la cima del Glamour. Y desde allí participaron y cocinaron con otros integrantes del mundo de la moda, los protocolos que enmarcan la dictadura del glam. Para pertenecer hay que seguir los mandatos de los popes. Y salierse obliga a la expulsión del gueto. Belleza, juventud, delgadez, riqueza, todo al extremo. Fascismo de la moda a la perfección del más apto. La segunda instancia del plan nacional socialista fue la separación del diferente, de aquel que no cumplía con los principio de la raza superior. El encierro en los campos de concentración y el trabajo esclavo.
El ejemplo alemán más paradigmático de combinatoria de moda con nazismo fue el del costurero de Metzingen Hugo Ferdinand Boos, creador de la famosa marca de indumentaria masculina. El hombre de la aguja e hilo, obnubilado por la nueva fuerza política que caldeaba los ánimos políticos de su país, Boss confeccionó los uniformes de las fuerzas hitlerianas y tal fue el éxito que esto le trajo, que en 1935 abandonó la fabricación de ropa civil y metñio de lleno la cuchara en el ámbito castrense.
La empresa es dirigida en la actualidad por los nietos del fundador Uwe y Jochen Holy, que rechazan las cr´ticas lanzadas sobre su abuelo Hugo, aduciendo que la industria textil en su totalidad, atendian a los pedidos que le hacían las fuerzas armadas.
Lo que prefieren no recordar es el usufructo que hiciera su pariente cercano de los hombres y mujeres que presos en un campo de concentración confeccionaron los uniformes nazis. Lo que luego vino en llamarase trabajo esclavo. Hoy, los números de Boss dicen otra cosa; el volumen de negocios supera los 45 millones de euros, con más de dos mil trabajadores en su nómina. Cuando se lo consultó en aquella oportunidad al responsable de la firma en Argentina, desestimó los dichos y no quiso ahondar en el asunto. Pasaron algunos años, pero los hechos se reiteran. Con otros protagonistas. ¿La moda abona y sería tierra fértil para algún otro pensamiento vinculado a ciertas prácticas nazis? ¿Las consumidoras voraces desechan las faldas fabricadas con mano de obra esclava? ¿Qué habrá que esperar?
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